Adaptación de la novela homónima, y primera parte de la trilogía, de la escritora y guionista estadounidense Suzanne Collins. Basada en un mundo post-apocalíptico en el que los EEUU han quedado divididos en 12 distritos gobernados por un «Capitolio» que cada año se entretiene con una especie de juego de supervivencia televisado y protagonizado por adolescentes. Un planteamiento a simple vista original y atractivo que no llega a saciar como se esperaba.
De entre los que hemos visto la película sin haber leído las novelas, creo que acierto mucho si digo que el 90% hemos flipado con lo que hemos visto en las más de dos horas que dura el film. He de reconocer que fui al cine a ver esta película animada por una ávida y apasionada lectora de la trilogía de Collins, esperando encontrarme una película original, dinámica, sorprendente, a la altura de lo que me habían contado. Al principio, y a pesar de la lentitud de la primera hora, todo iba bien. La descripción de la vida en los distritos, qué era Panem y quién habitaba el Capitolio, el entorno familiar de los protagonistas, todo mantenía mi interés en el mayor estado de atención. Rocé el éxtasis de la emoción con la estética de los habitantes del Capitolio, una mezcla entre Lady Gaga y Blade Runner. Buahh, aquí pensé que las películas juveniles también podían ser buenas. Sin embargo, me duró poco. Minutos antes del comienzo de los juegos, empecé a notar la sombra de Crepúsculo por encima del trío protagonista (2 chicos y una chica) y caí en la cuenta de que no se le pueden pedir peras al olmo. La película se ha hecho para adolescentes, esto me ha quedado claro. Poca acción, poca sangre (en unas luchas cuerpo a cuerpo mortales), poca interpretación y mucha palabrería.
Quiero añadir además mi descubrimiento posterior sobre la curiosa similitud entre Los juegos del hambre y Battle Royal, ambas novela y película, la segunda, japonesa. Collins niega conocer la obra nipona, pero yo ya me replanteo lo de una «historia original».
En cuanto al trío de actores, Josh Hutcherson está poco ubicado en este film, Liam Hemsworth pasa sin pena ni gloria, y Jennifer Lawrence, nos lleva de la genial interpretación en la independiente Winter’s Bone a aceptar un papel fácil y «hollywoodiense» con el que se ha dado a conocer súbitamente. La fama es la fama.
Mención aparte, las interpretaciones de Woody Harrelson y Lenny Kravitz. Quieren llegar… pero no llegan. No fueron capaces de obtener ningún sentimiento por mi parte, ni bueno ni malo.
¿Mi recomendación? Lee la novela. O si ya has leído/visto Battel Royal. Pasa a otra cosa.
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