El sábado fue un día grande. Lo fue para los fans de la saga Crepúsculo, que, una vez más, gracias al Festival de Sitges, pudieron apelotonarse delante del hall del Auditori para hacerle fotos a uno de sus protagonistas, en este caso uno de los lobos, Chaske Spencer, actor que yo no habría reconocido nunca. Y lo fue para los que nos gusta estar cerca de una persona grande en el mundo del cine (en persona es muy poquita cosa), como lo es Elijah Wood.
Elijah ha venido a Sitges para presentar Maniac y para recibir el premio Maquina del Tiempo por su trayectoria en el mundo del cine fantástico. Vestido con una camisa tejana y unos vaqueros con botas, sonríe delante de las numerosas cámaras en el photocall y ya una vez en el escenario del Auditori, recogiendo el premio, demuestra una naturalidad y simpatía no esperadas. Tiene buen rollo, y parece que ha hecho buenas migas con Ángel Sala (director del festival), tanto que hasta en el momento que Ángel Sala se tropieza y cae en el escenario, Elijah Wood siente la confianza de reírse y poder bromear de ello. Parece un encanto de persona, y más nos ha gustado al enterarnos de que ha montado una productora, The Woodshed, para apoyar a las películas de género fantástico y de terror. El director de Maniac, Franck Khalfoun, también sube a recibir el mismo premio. Otro que tiene muy buen rollo que demuestra en el escenario con bromas sobre los efectos especiales improvisados (refiriéndose a la caída de Ángel Sala).
Maniac
Después de bajar todo el mundo del escenario, nos disponemos a visionar, no con pocas ganas, Maniac, remake del slasher de los 80 de William Lustig, en el que un propietario de una tienda de maniquíes llevo dentro a un perturbado psicópata obsesionado con matar mujeres y quedarse con su pelo. Excepcional el trabajo de Elijah Wood en este papel, mostrándonos una cara totalmente distinta a los papeles que nos tiene acostumbrados, generalmente angelicales e inocentes, como en El Señor de los Anilos o Everything is Illuminated. Este Maniac de 2012 se diferencia del Maniac de 1981 en que ahora el director ha querido contar la historia desde el punto de vista del asesino, quien, más que como una persona malvada, se muestra como un hombre afligido y obsesionado. Elijah Wood se pasa el 90% de la película fuera de plano, sólo le vemos a través de los espejos. Se han hecho comparaciones de esta película como una mezcla de Taxi Driver y Dexter. Desde nuestro punto de vista, este nuevo Maniac no tiene nada que envidiarle a la película de culto original.
Iron Sky
Queríamos ver algo de ciencia ficción mezclado con un poco de sentido del humor. Con Iron Sky sabíamos que la mezcla contenía mucho de los dos ingredientes. La historia: al finalizar la Segunda Guerra Mundial, un grupo de nazis es enviado a la Luna, donde permanecen durante más de 60 años a la espera de volver a la Tierra y conquistarla. Partiendo de esto no te puedes tomar nada en serio, y así le pasa al director finlandés, Timo Vuorensola, que convierte su película en una sátira tronchante sin dejar títere con cabeza. En hora y media somos capaces de reírnos desde el odio de los nazis hacia otras razas hasta de los tópicos más obvios de la sociedad norteamericana (algunos muy usados, pero otros muy osados). La historia es original, y la película entretiene. A pesar de venir a Sitges a pasarlo mal, a veces se agradecen estos buenos ratos.
Aftershock
La gran decepción del día. Desde el primer momento en el escenario de la sala del Auditori, el director chileno Nicolás López, nos presenta su película de tal manera que todos esperamos ver en ella algo inaudito, sobrecogedor. Acompañado además por Eli Roth como guionista, la expectación no podía ser mayor. Recordad que Eli Roth ha escrito y dirigido films de terror como Cabin Fever y Hostel y co-dirigido junto a Robert Rodriguez las películas de Grindhouse. El tema de Aftershock además era para poner los pelos de punta: el terremoto y tsunami que tuvo lugar en 2010 en Chile. Sin embargo, con todo esto, creo que ha sido una de las mayores decepciones del festival. Ni los actores convencen (también co-protagoniza Natasha Yarovenko que la hemos podido ver en Habitación en Roma) ni el desarrollo del guión cautiva. Todo lo que pintaba emocionante y conmovedor se queda en una serie de acontecimientos poco creíbles y bastante banales. A pesar de que Eli Roth señale que el terremoto funciona en la película nada más que como una metáfora de la desintegración de la sociedad, creemos que el guión podría haber ido por otros derroteros. Nos dio realmente mucha pena no disfrutar de esta película como esperábamos.
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