Basada en hechos reales, Intocable es una historia de convivencia entre dos mundos totalmente opuestos, clase alta versus clase baja, dos formas de vida aparentemente distantes e inmiscibles, traje de etiqueta vs. chándal, Mozart vs. rap. En sólo unas semanas ha conseguido batir récords de taquilla en Francia, y ha llegado a convertirse incluso en la película de habla no inglesa más taquillera de la historia del cine. Nosotros nos quedamos con una tierna historia de amistad bañada en buen sarcasmo y humor francés. Toda una delicia.
Omar Sy, actor francés conocido tanto en la pequeña como en la gran pantalla, interpreta a Driss, hermano mayor de una familia numerosa de clase media-baja que vive en las afueras de París. Driss acaba de salir de la cárcel por un pequeño delito, y una vez fuera, más consciente que nunca de la realidad de los suburbios franceses en los que las oportunidades pasas una vez, si pasan, asume una manera de enfrentarse las situaciones sin temor, mostrando lo que es, y sopesando la realidad, donde lo malo puede no ser tan malo, o al menor llevarse con una sonrisa para aguantar el día a día. Driss no distingue entre tipos de personas ni clases sociales. Su hilarante forma de ver las cosas, su buen hacer, le lleva a conseguir un trabajo a priori no «apto» para él. François Cluzet interpreta a la antítesis en apariencia del personaje de Omar, el rico que todo lo tiene. Aunque esta vez, rico no es igual a soberbio, sino todo lo contrario. El personaje de Cluzet se queda parapléjico en un accidente de parapente, y dentro de su limitación busca a un cuidador que le ayude con las necesidades básicas.
La relación que se va forjando paso a paso entre estos dos seres humanos necesitados, sufridos, anima a creer en la amistad y el respeto por encima de toda clase y condición. Y es que cualquiera sufre penurias y no por comer caliente son menos. Lo que viene a decir que, por la noche tous les chats son pardos y con una sonrisa todo se lleva mejor.
En resumen, elogios merecidos para esta comedia francesa que supera con creces a Bienvenidos al norte (2008). Plenamente disfrutable.
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